El respeto es un valor en cualquier relación social, y en la escuela
las relaciones interpersonales, y por lo tanto las situaciones donde se
respeta o no a la otra persona, ocurren entre alumnos, entre docentes,
entre directivos y docentes, directivos y alumnos, preceptores y
docentes, preceptores y alumnos, padres y docentes, etcétera. También el
respeto se manifiesta ante la institución escolar en general y hacia el
edificio en particular.
El respeto, en su etimología, derivado del latín “respectus”
significa ver de nuevo; tratar al otro en consideración a su dignidad
humana, y en su caso, respetando jerarquías, por ejemplo cuando el
alumno se dirige a un maestro o personal directivo. Con respeto a la
institución escolar se deben aceptar las reglas impuestas; y en cuanto
al edificio, respetarlo significa cuidar las instalaciones, usándolas de
acuerdo a sus fines (no escribir los escritorios ni las paredes, no
tirar basura o papeles al piso y no dañar las instalaciones en general).
Se pierde el respeto cuando se insulta, se grita sin motivo (por
supuesto si dos alumnos se están golpeando, lógicamente es aceptable que
se les grite para que depongan su actitud), se menosprecia, se humilla,
no se escucha, se engaña, o se miente.
Si falta el respeto es esperable que la escuela se convierta en un
lugar ajeno a su fin primordial que es la enseñanza de valores, entre
los cuales el respeto es fundamental para lograr formar ciudadanos
dignos de vivir en una sociedad democrática. Una escuela donde no prima
el respeto será un lugar donde la convivencia resultará caótica, y
enseñar, prácticamente imposible.
Aquí podemos ver un vídeo que trata de situaciones en las que el respeto prima por encima de todo.