Añadimos una emoción nueva a la lista. Esta semana, en nuestro Proyecto Emocionario, trabajamos la serenidad.
Y aquí tenemos la ilustración correspondiente.
Ahora la escucharemos con los ojos cerrados.
¿Y qué nos cuenta el emocionario sobre la serenidad?
Pues que es una sensación de calma y armonía . Una persona serena está tranquila, apacible y, además, pide las cosas con amabilidad y dulzura.
También nos dice que la serenidad es como un superpoder, con el que puedes ver más claro lo que sucede y lo que ha sucedido.
La ira, hacía precisamente lo contrario: no nos dejaba pensar.
Casi siempre, cuando se nos ha pasado el enfado, vemos que algo no tenía tanta importancia como creíamos. Se puede concluir de que a veces es mejor esperar a que se nos pase el enfado y estemos tranquilos y serenos, para hablar o buscar una solución a un problema. Precisamente por eso, porque la ira no nos deja pensar. Lo mismo ocurre con los nervios, que pueden exagerar nuestra percepción. Por eso, bien serenos, decimos que lo vemos todo con más claridad.
La serenidad se puede ejercitar como si fuese un músculo, y que entrenarlo ayuda a aumentar nuestra felicidad. Y es que si uno se pasa el día enfadado, nervioso, impaciente, acelerado... no ayuda mucho a nuestro bienestar y, por tanto, felicidad.
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