Sabéis la historia de las grullas. Es muy bonita. Os la cuento antes de hagáis muchas, muchas grullas.
Sadako
 Sasaki sólo tenía dos años de vida cuando la bomba atómica cayó en su 
ciudad, Hirosima, y nueve años después se le detectó leucemia, una 
enfermedad causada por la irradiación de la bomba. Cuando estaba en el 
hospital una amiga suya le trajo una grulla de papel y le contó que una 
antigua leyenda japonesa aseguraba que la grulla vive mil años y que, si
 una persona enferma hace mil grullas de papel, los dioses le concederán
 su deseo de mejorarse. Sadako se puso a hacer grullas de papel con 
mucho entusiasmo, sin embargo falleció en octubre de 1955, sin poder 
finalizar las mil grullas. Los amigos y compañeros de Sadako continuaron
 su misión e hicieron el resto para completar el número. Ahora en el 
Parque de la Paz en Hiroshima hay una estatua de una niña sosteniendo 
una grulla en sus brazos abiertos. Cada año gente de todo el mundo hace 
grullas de papel y las manda a Hiroshima. El 6 de agosto, Día de la Paz,
 los niños de la ciudad cuelgan las grullas en el monumento con la 
esperanza de transmitir este mensaje a todo el mundo: Este es nuestro llanto. Esta es nuestra oración. Paz en el mundo. La grulla es símbolo de la paz en las culturas orientales.
Pensamos que el hermoso cuento de Elsa Borneman podría haber sido dedicado, “In memoriam”, a la niña Sadako.
El
 “origami” es el arte de origen japonés consistente en el plegado de 
papel para obtener figuras de forma variadas; en español se denomina 
papiroflexia.
M.D.R.
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