Fuego, fallas y faros, en la noche mágica de San Juan en la Ribagorza
Un
elemento, el fuego, y un nombre, Fallas del Pirineo, son los nexos de
unión de los más de 60 pueblos de Aragón, Cataluña, Andorra y sur de
Francia, que mantienen vivos ciertos ritos en torno a una fecha mágica,
el solsticio de verano. Unas fiestas, las del fuego, declaradas ya
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
En
el Altoaragón son cinco los municipios (Bonansa, Laspaúles, Montanuy,
Sahún y San Juan de Plan) que, alrededor de la noche de San Juan
encenderán las fallas para descender desde el faro por montañas
milenarias, danzando y moviendo el fuego en un ritual que ilumina la
noche más corta del año. Cada pueblo con sus particularidades da, de
esta manera, a la fiesta del fuego, una variada riqueza de tradiciones.
Laspaúles,
Montanuy, Sahún y San Juan de Plan bajarán o correrán las fallas la
noche del 23 al 24 de junio, y los vecinos de Bonansa lo harán la noche
del 25.
En Sahún, es el último mozo que
se ha casado el que prenderá el faro, siendo el momento más espectacular
de la fiesta, el volteo de las fallas.
En
Laspaúles, se bajará andando hasta la plaza donde se depositan todas
las fallas y se hará un segundo faro. En el municipio, además habrá
otros dos núcleos, Villarué y Suils, que celebren, esa noche, la fiesta
del fuego.
En el municipio de Montanuy
también son tres los núcleos que mantienen la tradición. Montanuy, donde
la “baixada” será este jueves 23 a las 23 horas, Castanesa, el viernes 1
de julio y Aneto el sábado 9.
Los
vecinos de Castanesa subirán al faro a media tarde y bajarán en fila
india para, tras dar un par de vueltas al pueblo, quemar, las fallas en
la plaza
En Bonansa, la fiesta se
mantiene el fin de semana más cercano a la noche de San Juan. Este año
serán el sábado 25. Recuperada y perdida varias veces, la fiesta parte
de la cercana ermita de San Aventín. Después de compartir la cena al son
de la música, se enciende el faro en el que se prenderá la falla de
cada participante, que bajarán al pueblo, conformando una serpiente de
fuego que iluminará la noche.
En San
Juan de Plan, hasta los años 50, las casas tenían obligación de “bajar”
una falla, y de no ser así era multada. A toque de cuerno se inicia el
descenso por la ladera, y al llegar al puente sobre el río Cinqueta, los
fallaires comienzan a “correr” las fallas.
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