Kirikú tenía tanta prisa en nacer que salió sin previo aviso del vientre de su madre. Vive en una pequeña aldea africana víctima de la maldición de una malvada hechicera, la bruja Karabá. En el pueblo no hay hombres, ni flores, ni agua, pero sí ese niño valiente que iniciará un viaje a la Montaña Prohibida para salvar a los suyos.
Kirikú dice “Soy el que sabe lo que quiere.”
En esta preciosa y entretenida película se puede ver como el amor propio y la seguridad en sí mismo, trasmitida desde que nace al niño, hace que una persona sepa, con total confianza, que puede hacer todo aquello que se proponga, sin importar lo que los demás digan o lo que esté pasando en el exterior.
Por otra parte, también podemos ver lo que el sufrimiento y la amargura hace en las personas. Una persona con gran dolor interior, va a hacer daño a los demás, sea consciente o inconscientemente.
Hay una parte en la película que nos ha gustado mucho, cuando Kirikú pide un amuleto y el abuelo no se lo da, justificándole el no poner nuestra fuerza ni confianza en nada externo a nosotros.
Al final se nos muestra lo que la falta de perdón y el miedo provoca en la gente, volviéndola inconsciente.
Es una película que no te puedes perder. Preferiblemente, acompañada de niños porque Kirikú si es un auténtico héroe en el que todos los niños quisieran convertirse.