lunes, 22 de marzo de 2021

LA TIMIDEZ

 

TIMIDEZ


132






Nos cuenta el emocionario que la timidez es un bloqueo que nos impide comportarnos con naturalidad, y que nos suele dominar ante personas extrañas, no confiables o amenazadoras. En ese momento te sientes incómodo, torpe y, por miedo a equivocarte, dejas de hablar, de moverte... intentas pasar desapercibido. No te sientes espontáneo, e incluso es posible que te invada la confusión.

Un ejemplo típico sería quedarte en casa de alguien a quien no conoces mucho. Es posible que permanezcas callado en un rincón del sofá.

La timidez no deja de ser muy afín a la vergüenza, o incluso a la inseguridad, por lo que resulta complicado establecer un límite entre todas ellas.  

De hecho, yo pienso en la timidez más como un rasgo de la personalidad. Está claro que todos podemos tener momentos de timidez, y sentirla en determinadas ocasiones, pero creo que es algo más estable que el miedo o la ira, por ejemplo, aunque también hay personas más miedosas que otras o que enfurecen con más o menos facilidad. En fin, que yo con los niños no entro en estos detalles técnicos (que, por otro lado, tampoco domino). Hablamos sobre ello y me centro en aquello que creo que les puede ayudar.

En el caso de la timidez,  no tiene nada de malo ser tímido o dejar de serlo, o sentir timidez en determinadas ocasiones, dentro de unos patrones de normalidad. Hay personas más introvertidas, personas más extrovertidas, más vergonzosas, menos... ¡y menos mal que no somos todos iguales! Lo que puede suponer un problema es que esa timidez nos genere malestar, nos impida hacer algo que realmente deseamos hacer, limite nuestro desarrollo social o afecte a nuestras relaciones personales.

Si bien es cierto que la timidez es un rasgo que se puede presentar desde edades tempranas en la infancia y que tiene un componente genético, es importante cómo actúe el entorno ante esas expresiones de timidez, ya que se puede agravar o, por el contrario, reducir hasta una expresión mínima. Del mismo modo, una persona que no muestre rasgos de timidez puede acabar siendo tímida por aprendizaje, si obtiene consecuencias desagradables al mostrarse extrovertida, sociable, etc.

Aquellos padres que no permiten que sus hijos afronten situaciones correspondientes a su edad y los sobreprotegen para evitarles la frustración, el temor o el fracaso, fomentan el desarrollo de la timidez (una consecuencia más de la sobreprotección, que siempre digo que es uno de los mayores males en la educación actual). También la fomentan aquellos que los obligan a realizar demostraciones frente a las visitas o que los comparan con sus hermanos u otros niños, provocándoles vergüenza y frustración. 

Por tanto, es importante intentar no cometer errores que propicien la timidez en los niños. Padres, educadores y, en definitiva, cualquiera que trate con niños debe intentar fomentar actitudes como:

- El diálogo: es indispensable hablar con ellos sobre aquello que les molesta, les duele y les frustra, mostrando tolerancia y empatía.
- La flexibilidad: hay que aceptar que se cometan errores. El exceso de severidad es perjudicial.
- El respeto: hay que conseguir que el niño entienda la postura del adulto sin que se sienta inferior, evitando humillaciones, especialmente en público, ya que fomentan el desprecio hacia ellos mismos.
- La negociación: las prohibiciones continuas y reiteradas fomentan la introversión.

¿Y cómo actuar ante un niño tímido?

No insistirni forzarleni obligarle. Es muy común en los padres insistir en que sea abierto y sociable, y presionarle para que muestre una actitud para la que no está preparado. "Saluda", "ve a jugar con los demás", "no te escondas detrás de mí"... Cuanto más digamos, menos conseguiremos.
Mostrar conductas sociables. Los adultos somos los modelos del niño. Si actuamos con naturalidad y espontaneidad antes situaciones nuevas y personas desconocidas, sin inhibirnos ni retraernos, aprenderán y asumirán esta manera de actuar con naturalidad.
No etiquetar. Evitar justificar su actitud con frases como "es que es muy tímido...". Ya se sabe, las etiquetas son peligrosas. ¡Son como profecías! Es mejor esperar a que se relaje a su ritmo.
Ofrecerle oportunidades para relacionarse y desarrollar habilidades sociales. Quedar con otras familias con niños, realizar actividades extraescolares... 
Reconocerle sus méritos. Valorar sus actitudes positivas ante la timidez le ayudará a confiar en sí mismo y sentirse más seguro en futuras ocasiones. Un pequeño gesto desinhibido puede ser un gran esfuerzo para un niño tímido. También es positivo buscar y recordar momentos en que el niño actuó con éxito, y analizar la manera adecuada en que lo hizo, para que pueda generalizarlo en otras ocasiones.
La timidez no debe ser incapacitante, no nos debe impedir hacer las cosas que nos gustarían: participar en clase (hay niños más o menos participativos, pero los que no lo son, ¡que no sea por timidez! ¡que no se queden con las ganas!), actuar en público (si me siento tímido en el concierto o en la carrera, pero finalmente lo hago y lo paso bien, ¡perfecto! El problema sería evitar la situación y finalmente no actuar, poner una excusa, decir que estoy enfermo o directamente enfermar...), relacionarme con mis amigos (o con desconocidos que quiero conocer)...

No hay comentarios :